
A veces, cuando no encuentro las palabras para expresar lo que siento, escucho alguna canción del recuerdo.
La música guarda en sus entrañas miles de vivencias que sólo nosotros entendemos medianamente. En una canción hay detalles, aromas, imágenes, sensaciones y emociones, a veces, indescriptibles.
Me atrevo a decir que, en una canción de ésas que guardamos en lo más íntimo de nuestro ser, están los besos y las caricias que dimos y recibimos en aquellos días lluviosos y nublados; en una canción duermen años enteros de historia personal.
Si escucho esa canción mágica y significativa, vienen de golpe las ideas, las remembranzas, y todo me queda tan claro como el agua cristalina.
Escuché hoy a Patricia Sosa. Volé con mi imaginación por el Hiperunario y por senderos infinitamente bellos y luminosos.
"¡Puedes creer, puedes soñar, abre tus alas, aquí está tu libertad. Y no pierdas tiempo, escucha al viento, canta por lo que vendrá, no es tan difícil que aprendas a volar!.”
La música guarda en sus entrañas miles de vivencias que sólo nosotros entendemos medianamente. En una canción hay detalles, aromas, imágenes, sensaciones y emociones, a veces, indescriptibles.
Me atrevo a decir que, en una canción de ésas que guardamos en lo más íntimo de nuestro ser, están los besos y las caricias que dimos y recibimos en aquellos días lluviosos y nublados; en una canción duermen años enteros de historia personal.
Si escucho esa canción mágica y significativa, vienen de golpe las ideas, las remembranzas, y todo me queda tan claro como el agua cristalina.
Escuché hoy a Patricia Sosa. Volé con mi imaginación por el Hiperunario y por senderos infinitamente bellos y luminosos.
"¡Puedes creer, puedes soñar, abre tus alas, aquí está tu libertad. Y no pierdas tiempo, escucha al viento, canta por lo que vendrá, no es tan difícil que aprendas a volar!.”