
Las tres últimas noches han estado llenas de misterio; con vientos que se desatan de repente y sacuden todo lo flexible que encuentran a su paso.
Los días inician con esa película de humo y ceniza que reviste la serranía y hace que el sol destelle de una forma nunca vista antes.
Las tardes se tiñen de un rojo inusitado antes de hundirse en el horizonte.
Hace un calor extremo y agobiante.
Anoche cayó el primer aguacero del temporal de lluvias; mis pensamientos volaron hasta Guachinango, mi terruño.
Los días inician con esa película de humo y ceniza que reviste la serranía y hace que el sol destelle de una forma nunca vista antes.
Las tardes se tiñen de un rojo inusitado antes de hundirse en el horizonte.
Hace un calor extremo y agobiante.
Anoche cayó el primer aguacero del temporal de lluvias; mis pensamientos volaron hasta Guachinango, mi terruño.
Recordé mi morral, lleno de maíz, y mis pasos, a huarache de horcapollo, por los surcos olorosos a tierra mojada de El Salitrillo, lugar donde acompañé a mi padre a sembrar y cultivar el grano sagrado por varios años.
Me siento perdido ante el misterio de estos acontecimientos y de los cambios de mi entorno climático.
Sólo la música, el silencio y los pensamientos encerrados en mis libros amados le dan un poco de sentido a mis grandes interrogantes existenciales.
No hace falta decir que la cotidianidad, el contacto con mis pacientes y alumnos de la Prepa, me salvan también de esas caídas libres hacia la nada.
Me siento perdido ante el misterio de estos acontecimientos y de los cambios de mi entorno climático.
Sólo la música, el silencio y los pensamientos encerrados en mis libros amados le dan un poco de sentido a mis grandes interrogantes existenciales.
No hace falta decir que la cotidianidad, el contacto con mis pacientes y alumnos de la Prepa, me salvan también de esas caídas libres hacia la nada.
Hasta pronto.
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